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Make it work! Tips kabbalistas para una relación increíble y poderosa

En tu opinión, ¿qué hace que las relaciones funcionen? ¿Por qué algunas parejas siguen felices después de muchos años mientras que otras la pasan verdaderamente mal? Después de pensar tus respuestas, checa en este post el punto de vista de la Kabbalah.



Lo primero que vamos a aprender en este post es sobre la energía masculina y femenina, sin importar quién la ejerce, si el hombre o la mujer en el caso de una relación heterosexual u homosexual.


La energía masculina necesita confianza, apoyo, reconocimiento y respeto. Mientras tenga esto, él brilla. La energía femenina, por su parte, sale a flote cuando la mujer se siente amada, cuando siente que es la #1. En otras palabras, cuando se siente irremplazable, fluye. Si no es así, se siente inestable.


La energía femenina es la vasija que recibe la energía, la energía masculina es la que canaliza la energía, es el canal. Cuando existen estos dos elementos en una pareja, es una combinación ganadora. Hay una fuerza “dadora” y una fuerza “recibidora”, y ambas conviven en absoluta armonía.


El trabajo de la mujer es construir una vasija más fuerte para recibir la luz, trabajar en su autoestima es el trabajo más importante. Es su deber encontrar la Luz dentro de ella para que se siente completa y no sienta que le falta “algo” que la llene. El hombre debe cuidar no romper su vasija, porque eso pasa: la energía masculina mal encausada es violenta a través de la crítica u opiniones hirientes (aunque sea la verdad, la manera de decirlo puede causar cicatrices muy fuertes).


A diferencia de los hombres, que puede que hasta les guste la crítica porque los motiva a ser mejores, a la mujer no le sirve la crítica porque ella está constantemente autocriticándose. Por lo general, el hombre se sacude la opinión del otro más fácil que las mujeres.

¿Qué es lo peor que les podemos hacer a los hombres? Entre otras cosas, no valorar su trabajo y decir que no son buenos en la cama, porque ellos canalizan la energía a través del sexo. Su deseo interno de compartir su Luz es lo que atrae “a la otra” cuando su propia pareja no lo valora o lo critica.


El trabajo del hombre es SED: Siempre Estar Dando (Always Be Giving en inglés). En su naturaleza para brillar también está el no quejarse, formar relaciones ganar-ganar, construir y no destruir a la vasija con comentarios hirientes. Cuando siente carencia (falta de reconocimiento, apreciación, gratitud) y detecta esa energía por otro lado, ¡claro que quiere la energía! Pero entonces pasa de ser “dador” a “recibidor”; pierde su esencia y ahí justo es cuando empieza el caos. Si se mantuviera en SED, viviría milagros constantemente.


El hombre necesita ser como el sol. No tomarse personal si alguien lo critica, aunque sea su pareja, él tendría que seguir siendo fiel a su esencia y mantenerse en SED. Ahí entra en acción la herramienta “Pausa, qué placer” para no reaccionar.


De acuerdo con la Kabbalah, estar en una relación comprometida es la manera más adecuada para corregir nuestro Tikkún, es decir, si vivimos la vida solteras “y felices”, en el fondo muy probablemente estamos evitando comprometernos con una pareja porque las relaciones toman mucho tiempo, esfuerzo y sacrificio.


¿Te suena?


No importa qué tanto voluntariado estés haciendo o qué tan bien vayan tus negocios, si prefieres hacerlo sola porque la pareja te estorba, ¡aguas! Según la Kabbalah, nuestro Oponente nos quiere hacer pensar que así estamos bien o incluso es mejor (porque solas somos más productivas, más enfocadas), pero en realidad se dice que necesitamos de una pareja para revelar toda la Luz de la que somos capaces en este mundo físico. En pocas palabras, todos necesitamos ese espejo para que la Luz de nuestra alma se revele plenamente.


EL PROPÓSITO DE LAS RELACIONES


¿Por qué necesito estar con alguien? Porque una relación va a exponenciar mi lado positivo, pero también negativo. Y básicamente a eso venimos a esta Tierra: a corregir nuestro Tikkún, nuestros defectos, nuestra oscuridad.


Piensa en tu última relación. Quizá creas que “Dios te la mandó para hacerte sufrir”, pero no. En realidad esa pareja era tu perfecto espejo para darte cuenta de dónde necesitas trabajar. ¿Te lastimó? Claro, porque sólo nos pueden lastimar por el lado que tenemos más débil, menos trabajado. Cuando un área está fuerte e iluminada, por así decirlo, nos vale lo que piensen los demás, pero cuando esa área es nuestro Tikkún, nos tomamos las cosas personales y por eso nos duele.


Una vez que se asume el compromiso, la relación cobra otro sentido. Ya no es tener relaciones sexuales como locos, sino todo lo contrario. La meta en este nivel es unificarnos, sabernos co-creadores con la Luz de una relación que puede ser súper gozosa, divertida y satisfactoria. Si aceptamos y le entramos con todo al compromiso, la recompensa es padrísima, pero tenemos que renunciar a nuestro orgullo, nuestra negatividad, a querer tener siempre la razón… porque en ese juego la relación se siente como algo pesado, como una carga que nos molesta, limita y no nos deja avanzar.





Una relación de pareja siempre nos mostrará la relación que tenemos con el Creador; si alguna vez queremos saber qué piensa la Luz de nosotros, hay que investigar qué piensa nuestra pareja de nosotras. La pareja es la manera principal a través de la cual nos comunicamos con el Creador. Antes de cualquier catástrofe, cualquier pérdida, cualquier fracaso en los negocios, cualquier tema de salud, cualquier forma de caos, el Universo ya nos mandó señales de que teníamos que cambiar algo y siempre será en relación a romper nuestro ego de alguna manera, así que hay que ponernos buzas.


Si el propósito de la relación no es mejorar, crecer y evolucionar como personas, entonces está cañón. Y la verdad es que hoy más que nunca es más fácil sacarle la vuelta al compromiso, actualmente hay mucha “casualidad” en las relaciones. Hoy sí, mañana no, en la noche sí, de día no… porque es más fácil. Pero cuando nos comprometemos, el Universo conspira a nuestro favor.


Ahora ojo: el compromiso no siempre es boda. Y doble ojo: si te comprometes a recibir la energía de cierta persona, automáticamente te comprometes a revelarla. Si no la quieres revelar, ¡no la tomes en primer lugar! Tan pronto como tienes relaciones sexuales, se firma un contrato, un contrato entre las almas por determinado periodo de tiempo. Es como darle un porcentaje de tu negocio a un socio, ¿cuánto tiempo te tardarías en conocerlo para asignarle ese porcentaje? Bueno, es lo mismo con la energía sexual, hay que cuidarla tanto o más que el dinero. El que no se vea (“Out of sight, out of mind”) no quiere decir que no afecta el alma.


Si tú das y él da, ahí se dan los milagros. Si haces feliz a tu pareja y si él te hace feliz, si todos los días hacen algo para ganarse ese amor, si todos los días le ponen el 100% de su energía, la propia relación va a crear milagros en sus vidas. Les dará seguridad, sabiduría, inspiración, creatividad, fertilidad, prosperidad, bienestar; tu relación te va a sumar, aportar, apoyar en todos tus proyectos porque es tu núcleo central, tu core. Pero si críticas, te quejas o andas de malvibrosa, la energía de la fuente se drena y al final la relación se seca.


¿Qué es el mal de ojo pasivo? Es algo muy importante que tenemos que superar y es cuando no vemos lo positivo, por lo que internamente criticamos al otro. Entonces, ¿cómo funciona esto de ver los errores de la pareja? Sí, notamos lo negativo, pero nos enfocamos en lo positivo. Eso hará que se despierte lo positivo y lo que nos gusta, no lo que no nos gusta. Enfócate en lo bonito para que su alma despierte esa parte y conecte con la tuya. Dale prioridad a su luz, no a su sombra, y eso hará más fuerte su lado luminoso (y de paso también el tuyo, claro está).


TRABAJA EN TI PARA CAMBIAR LA PELÍCULA


Sigue trabajando en ti, suplícale al Creador que te ayude a mejorar, crecer y evolucionar. No hay forma de que la Luz no nos apoye a cambiar. No te cases con la idea de “querer encontrar a tu alma gemela”, porque es más bien esa alma la que se hace “gemela” cuando nosotras nos hemos ganado ese “premio”, cuando hemos trabajado para tener el mérito. Porque quizá, OK, la encuentras, pero si no te la ganas (si generas pan de la vergüenza, por ejemplo), esa alma deja de ser “gemela” (espero darme a entender).


En síntesis, cada una de nosotras encontraremos a nuestra alma gemela en la medida en que hagamos nuestro trabajo espiritual. Entonces la clave no es la otra persona, somos nosotras y nuestra capacidad de restringir nuestros impulsos reactivos.


No podemos permitirnos no compartir. Antes de ir a una cita, “Creador, ayúdame a dar”. ¿Cómo podemos dar si llegamos con una agenda oculta, dispuestas a manipular y hacer lo que sea con tal de salirnos “con la nuestra”? ¿Cómo me puedo parecer a la Luz si no estoy dando, sólo tomando de la energía de la otra persona? No hay afinidad. Y Satán nos hará creer que sí funciona, que lo hicimos bien y logramos nuestro cometido. Porque esa es la trampa, ese es el juego. Sólo queremos el placer, sentirnos bien, pero así no funciona. Hay que hacer el trabajo espiritual, tener certeza y confiar en que lo que es nuestro va a llegar a su debido tiempo.


Nuestro papel como mujeres y vasijas es súper poderoso porque tenemos una gran responsabilidad: ser esas grandes recibidoras de energía para manifestar los milagros, es decir, empoderar a la energía masculina de tal manera que no le quede de otra más que canalizar mucho más Luz. Y claro que podemos decir lo que no nos gusta, pero primero hay que checar la conciencia y el lugar desde dónde lo compartimos con el otro.


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