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Regla Espiritual #1: el hombre es canal, la mujer es vasija

En este post vamos a explorar la primera regla espiritual de las relaciones, basándonos en el libro del mismo nombre escrito por Yehuda Berg. Esta primera regla lo que dice es: "Los hombres son canales para la Luz, mientras que las mujeres son vasijas para la Luz". Veamos a qué se refiere el autor con estos términos.



Así como la Luz del Creador y la Vasija Original tenían roles esencialmente diferentes, los hombres y las mujeres también cumplen funciones específicas. Pero antes de abordar estas diferencias, consideremos una similitud que une a hombres y mujeres bajo una misma condición: cuando nos referimos a nuestra relación con la Luz, tanto hombres como mujeres somos Vasijas para la Luz del Creador. El Creador nos diseñó a cada uno de nosotros con el único propósito de que recibiéramos Su alegría y plenitud infinitas.


No obstante, cuando observamos las relaciones entre hombres y mujeres en este plano terrenal, la función de nuestras respectivas Vasijas difiere. Cuando comprendamos por qué esto es así, entenderemos por qué los hombres y las mujeres piensan, perciben y se comportan de modo distinto y por qué necesitamos aprender a negociar nuestras relaciones en función de estas diferencias.


Muchos de los autores que escriben sobre el tema de las relaciones ofrecen buenos consejos basados precisamente en la afirmación correcta de que hombres y mujeres somos diferentes. Sin embargo, lo que no dicen es porqué. La Kabbalah, en cambio, responde a esta pregunta dede un punto de vista espiritual, y en su respuesta se encuentra la clave para establecer relaciones duraderas y valiosas.


Entonces, ¿qué es el alma masculina? Piensa en una tubería, un conducto capaz de canalizar Luz. Así es la estructura del alma masculina. La energía entra y luego sale. En el nivel del 1% o nivel físico, un hombre expresa el deseo de compartir su Luz como deseo sexual. La energía del hombre ansía entrar en contacto con la energía de la mujer. Veremos con más detalle esta atracción en la regla #2, por ahora, debes saber también que en el 99% o nivel espiritual, un hombre quiere compartir su Luz para satisfacer a la Vasija. Esta distinción es muy importante.


“Lo que los hombres quieren de una relación, más que ninguna otra cosa, es sentirse capaces de hacer feliz a una mujer y ganarse su amor”.

¿Sabías esto? Tal vez no. ¿Y sabes qué? La mayoría de los hombres tampoco lo saben, porque el Adversario (el ego masculino) procura que no se enteren de lo simple que es. Sin embargo, los esfuerzos del Adversario por ocultar esta verdad no la hacen menos cierta.


La estructura del canal masculino consiste en traer Luz al mundo para satisfacer a una mujer y ganarse su amor. He aquí la función del hombre, la cual hace que esté orientado a la acción por naturaleza. Los hombres solucionan problemas, son hacedores. Tienen el impulso innato de compartir con los demás la energía que reciben de la Luz del Creador.


Tal vez algunas lectoras estén moviendo la cabeza en señal de desaprobación y piensen “Mi hombre definitivamente no está orientado a la acción”. Pero una vez que arrancas el ego, el miedo y la confusión del mundo del 1% en el que vivimos, la esencia del hombre es compartir la Luz y hacer cosas por los demás.


Las mujeres a menudo son testigos de esto cuando comparten problemas con un hombre. ¿Cómo responde él generalmente? Quiere arreglar la situación, ¿no es así? Casi puedes escuchar los engranajes de su cerebro en movimiento buscando “la solución” a tu dilema. Él quiere ayudarte, quiere mejorar las cosas para ti, quiere asistirte de algún modo. ¿Por qué? Porque su tarea es satisfacer, cumplir.


Lamentablemente esto a menudo se malinterpreta como una falta de compasión, de cuidado o una incapacidad de escuchar. Sin embargo, lo que tu hombre está haciendo cuando se comporta así es compartir contigo la Luz que está recibiendo de la única forma en la que sabe hacerlo.


Tal como estás apunto de descubrir, la tarea de la mujer es administrar y dirigir ese flujo de luz. Sí, las mujeres son quienes dirigen las relaciones, quienes manejan la Luz. Explicaremos con más detalle lo que esto significa en los roles específicos del hombre y de la mujer.





TÚ ERES LA GERENTE GENERAL


Una de las razones fundamentales por las cuales las mujeres se sienten frustradas en las relaciones es porque no comprenden que ellas son quienes las dirigen. A todos los efectos, tú eres la gerente general de una compañía llamada Relación. De la misma forma en la que no dejarías tu empresa en manos de un niño de 6 años mientras te vas de vacaciones, no deberías dejar tu relación en manos de un hombre. Dirigir una relación no forma parte del conjunto de sus habilidades, tampoco es su rol, y si sigues esperando que un hombre cumpla con esa función, te desilusionarás una y otra vez.


No me malinterpretes, hay muchas cosas que los hombres hacen bien, pero dirigir la relación con una mujer no suele ser una de ellas. Por lo tanto, debes estar dispuesta a asumir toda la responsabilidad de la relación, o no será exitosa. El poder está en tus manos y en las decisiones que tú tomes.


El hombre es un canal, una tubería para la Luz, eso es todo, y su deseo fundamental es complacerte. Como mujer, tu rol es honrar su deseo de complacerte y respaldar su rol de canalización de la energía del Creador en este mundo. En otras palabras, él quiere compartir contigo, quiere protegerte, y tu tarea es permitir que eso suceda.


Cuando aceptas la Luz de un hombre en tu vida, te vuelves responsable de dirigir esa Luz. Piénsalo de esta forma: supón que debes reparar la puerta de la entrada de tu casa, llamas a un carpintero para que la arregle; el tipo llega y te informa “Señora, la reparación le costará $800 dólares, quiero todo el dinero por adelantado y en efectivo antes de empezar el trabajo". ¿Se lo darías? Imagino que no, ¿verdad?


¿Qué harías? Probablemente le responderías que estás dispuesta a darle $200 en el acto para la compra del material y una vez finalizado el trabajo, si te gusta como ha quedado, le pagarás el resto, ¿cierto? Sin embargo, muchas mujeres no hacen esto en sus relaciones. Metafóricamente hablando, muchas de ellas pagan esos $800 dólares por adelantado y luego se preguntan por qué se sienten tan frustradas con una reparación tan mal hecha.


A menudo, la mujer espera lo mejor de su relación con un hombre, en vez de poner en práctica sus habilidades innatas de gerente. Sin una dirección efectiva de la energía, no puede haber una relación sana. Con esto no quiero decir que haya que culpar a la mujer, de ninguna manera, no se trata de buscar culpables. Lo que sí intento es señalar que las mujeres no terminan de ser conscientes del gran alcance de su poder y de su capacidad para hacer de este mundo un lugar mejor, al gestionar de forma efectiva sus relaciones con los hombres.


¿Qué entendemos por gestionar una relación? Utilicemos como ejemplo un error que cometen muchos empleadores: contratar con rapidez y despedir con lentitud. Cuando se abre una vacante, el departamento de recursos humanos se da prisa por cubrirla, contrata alguien sin revisar bien su currículum, tras una entrevista de trabajo apurada, y luego, ¿qué descubren? Que la persona que han contratado no es la adecuada para el trabajo. Luego, para agravar la situación, se demoran demasiado en decidir que esa persona se vaya.


Muchas mujeres cometen este mismo error en sus relaciones. De nuevo, no se dan cuenta de que la gestión de nuevas contrataciones –o parejas posibles– está enteramente en sus manos. ¿Cuál es la respuesta a este dilema? ¿Qué es lo que un gerente efectivo debe aprender hacer? En una frase: contratar despacio y despedir rápido.


Un buen gerente se toma su tiempo para encontrar a la persona adecuada para el puesto de trabajo que ofrece. Por lo tanto, si la persona que has contratado parece estar trabajando muy bien, entonces debes mantenerla a bordo. Pero si la cosa no está funcionando, es hora de retirarse a tiempo por el bien de la compañía, o de la relación en este caso. Un gerente que espera demasiado para tomar esta decisión, inevitablemente se convierte en una persona frustrada.


Hace algunos años, un maestro de Kabbalah estaba dando una conferencia en Long Island. Al terminar la charla, una de las asistentes, de unos 85 años de edad, se acercó a él y le dijo “Realmente me encantó su charla, sólo quiero decirle que he estado casada durante 50 años”. El maestro estaba a punto de felicitarla, cuando la mujer añadió “Y han sido 50 años insufribles”. Entonces el maestro le aseguró a aquella mujer que todavía había esperanza para la relación, que aún tenía tiempo para cambiar las cosas.


He aquí la razón por la que la sabiduría de la Kabbalah debe ser compartida, para que los hombres y las mujeres pueden transformar sus relaciones en fuentes de alegría, en vez de en fuentes de sufrimiento.





DIVINO MAGNETISMO


Si el hombre es un canal o una cañería, ¿qué es la mujer?, ¿cuál es la estructura de su alma? Ella es la Vasija. Más específicamente, el alma de una mujer es como un recipiente, un tazón magnético que atrae Luz y la moldea. La mujer es reveladora de Luz, ella toma la energía que el hombre canaliza, todo su potencial divino, y le da forma. La mujer es como la copa que da forma al agua, que la contiene. Es como el mar y la costa, el mar seguiría fluyendo si no fuera por la tierra que le da forma y lo estructura.


Piensa en el alma de la mujer como un generador o una bomba que atrae la energía de Dios a través del canal. Este generador cuenta con un interruptor, en otras palabras, la mujer decide cuándo la Luz atravesará el canal del hombre para entrar en su vida. Ella le dice “Sí, quiero experimentar tu Luz” o “No, no necesito tu Luz”. Ella dirige el flujo de energía. Esto es precisamente lo que la constituye como gerente: ella da su consentimiento, ella da el permiso. He aquí el gran poder de la Vasija.


Únicamente desde la perspectiva del 1%, piensa en un hombre que quiere tener relaciones sexuales con su pareja. Cuando un hombre da el primer paso, ¿quién decide al final si esas dos personas tendrán sexo? ¡La mujer! La tarea del hombre es ofrecer su Luz hasta que recibe una directiva clara de la mujer en cuanto a proceder o no. El hombre anhela esa directiva, pero es tarea de la mujer saber manejarla. Piensa en la Luz como la energía que hay entre dos personas en una relación, energía que llega del Cielo a través de un canal; el canal es propiedad del hombre, pero la mujer controla la válvula.


El hombre es el canal, pero es la mujer quien controla la válvula de oxígeno de la relación.

Este es el control que la mujer tiene en las relaciones, y tal como estás comenzando a entrever, ciertamente es una responsabilidad asombrosa.


Entre las antiguas escrituras kabbalísticas hay un dicho que afirma: la mujer construye o destruye. Al cual le sigue la pregunta que planteamos al comienzo del libro: si una buena mujer se casa con un hombre malo y una mala mujer se casa con un hombre bueno, ¿cómo resultarán esas relaciones? En ambos casos, el resultado es exclusivamente determinado por la mujer. ¿Por qué? Porque la conciencia de la mujer es la que dirige la Luz en ambos casos. Entonces, si una mujer egoísta piensa únicamente en cómo la energía de Dios puede beneficiarla, su egoísmo –su ego– prevalecerá. No importa si el hombre tiene el potencial de transformar este mundo y convertirlo en un lugar mejor, si la vasija de la mujer es limitada o carece de integridad estructural, la Luz del hombre se desperdicia.


Esto se debe a que la calidad de la Luz depende de la calidad de la vasija. Si pusieras agua impecable en un vaso sucio o roto, el agua se ensuciaría o se echaría a perder. De la misma manera, si la vasija que canaliza la Luz está corrupta o rota, la luz nunca alcanzará su máximo potencial.


Por otra parte, ¿qué sucede cuando una mujer tiene un deseo profundo, una Vasija apta y preparada para recibir y administrar una gran revelación de Luz? Esta mujer anhela mucho más que un hogar bonito, desea crecimiento y transformación espiritual. De todo lo que el Universo tiene para ofrecerle en cada área de su vida, ella quiere lo mejor. Pero si el hombre que atrae a su vida tiene una capacidad limitada para canalizar Luz, la mujer se siente vacía, sola y desilusionada con lo que ella cree que la vida tiene para ofrecerle.


Afortunadamente, la solución es asombrosamente simple, pero requiere que realices tu trabajo diligentemente desde el comienzo de la búsqueda, igual que el gerente que contrata despacio y despide rápido. Debes atraer a tu vida hombres que tengan una gran capacidad de canalizar Luz. Yo llamo esta idea “el escenario del planeta en órbita”.





EL ESCENARIO DEL PLANETA EN ÓRBITA


Imagina un sistema solar en el que dos planetas orbitan alrededor de un sol. Para que ambos puedan girar con éxito alrededor de ese sol, ¿qué tiene que ocurrir? Ante todo, los dos astros tienen que desplazarse en la misma dirección o podrían colisionar con frecuencia. Imagina ahora que esos planetas son dos personas: deben querer las mismas cosas de la vida, tener valores complementarios y objetivos similares. Este requerimiento no debe confundirse con la pasión o “la química” que suele sentirse al comienzo de una relación; esa información pertenece el ámbito del 1%. Si dos planetas están pensados para orbitar con éxito, debe tenerse en cuenta toda la logística del viaje a largo plazo, no sólo una pequeña fracción.


¿Cuál es el segundo requisito para estos dos planetas? Ambos planetas –ambas personas– deben tener la misma altitud. Esto significa que tienen que estar en el mismo nivel espiritual. Su apetito por las necesidades de la vida debe estar alineado; el tamaño de sus Vasijas, su deseo, debe ser igual. Si un planeta está orbitando a un nivel más alto que el otro, nunca podrán estar suficientemente cerca como para comunicarse de forma efectiva. Por mucho empeño que pongan, nunca están en la misma longitud de onda.


¿Qué significa esto para ti? Si tienes un gran deseo de Luz, no te conformes con un hombre que sólo quiere llegar a casa final del día a leer el periódico, cenar e irse a dormir… durante los próximos 50 años. No estoy juzgando a la persona del ejemplo, pues esa es la estructura de su alma, pero si tú deseas más, no tengas duda de que te sentirás frustrada con una persona así.


Si no quieres casarte con un oficial de policía porque su estilo de vida conlleva mucho estrés, entonces no salgas con un policía. Conozco mujeres que han conocido a hombres y después de seis meses o más deciden que no les gusta su profesión y quieren cambiarla. No pierdas tu tiempo. Es decisión del hombre determinar la forma en la que canalizará la Luz en este mundo, de la misma manera que es decisión de la mujer si esa forma de atraer Luz a este mundo físico está alineada con sus objetivos, sus valores y la dirección que ella ha escogido para su vida.


Existe un requerimiento más para estos dos planetas. Hemos hablado acerca de la dirección y la altitud, ¿puedes adivinar la tercera condición? Es la velocidad. Si una persona avanza rápidamente y la otra se va quedando atrás, es posible que eso genere caos en el futuro. El ritmo de estas dos entidades debe ser equivalente o correrán el riesgo de colisionar. Es posible que hayas estado en una relación en la que sentías que siempre debías arrastrar a la otra persona para que se mantuviera a tu ritmo. Es algo realmente agotador y nada efectivo. ¿Por qué? Porque la coerción no es un camino para experimentar la luz.


Detengámonos un momento en el tema de la coerción. Por alguna razón, aun cuando las intenciones son buenas, algunas personas sienten la necesidad de coaccionar a otras. Pero, ¿acaso la Luz del Creador nos coacciona a nosotros? ¿Acaso Dios nos obliga a creer en su existencia? ¡De ninguna manera! Por el contrario, se nos ha otorgado el don del libre albedrío precisamente para que podamos ganarnos por nosotros mismos el descubrimiento de todas las verdades, no sólo la verdad de la existencia de Dios. Si Dios respeta nuestro libre albedrío y honra nuestra opción de decir “no”, entonces debemos emular la conciencia de Dios y no ejercer coerción sobre los demás. Y lo que es más importante aún: una mujer nunca debe permitir que un hombre –ni nadie– ejerza coerción sobre ella. Si lo haces, debes saber que estás negando el mayor don que Dios te ha dado.


Si pues, para que los dos planetas queden felizmente alineados, no sólo deben tener la misma dirección, altitud y velocidad, sino que también deben estar libres de todo tipo de coerción. Es posible, sin embargo, que estas condiciones pierdan su equilibrio de vez en cuando. Una de las partes puede moverse un poco más rápido, desviarse de la trayectoria momentáneamente u orbitar en una altitud un poco más baja durante un tiempo. Estos estados anómalos, siempre que sean transitorios, se pueden superar. Es más, incluso pueden ser oportunidades para el crecimiento y hacer el viaje aún más exitoso.





EL CANAL Y LA VASIJA EN PRÁCTICA


El hecho de que tu dirección, altitud y velocidad estén sincronizadas con la de tu pareja no significa que no deberás hacer nada para que la relación funcione. Encontrar al hombre correcto sólo el comienzo. Sin una comunicación adecuada, aún aquellos individuos que forman una buena pareja son susceptibles a las fuerzas de la entropía.


Uno de los desafíos que más observo cuando hablo con mujeres acerca de su relación con los hombres es que a veces se comunican con ellos como si estuvieran hablando con sus amigas. Sin embargo, el lenguaje del hombre es muy diferente al de la mujer, y si no eres consciente de ello, es muy fácil que sin darte cuenta le digas algunas cosas que para una mujer serían perfectamente aceptables, pero que no funcionan en absoluto en el mundo del hombre.


Te daré un ejemplo. Recuerda que el deseo principal de un hombre es ganarse tu amor. Él quiere satisfacerte. Teniendo esto en cuenta, es muy poco efectivo decirle a un hombre que haga algo. Sin embargo, es muy efectivo pedirle que lo haga por ti. ¿Entiendes la diferencia? Por ejemplo, si le dices “Cariño, saca la basura por favor”, él pensará “¿Por qué siempre está dándome órdenes?”. En cambio, si le dices “Cariño, cuando tengas un momento, ¿podrías sacar la basura por mí por favor?”, estarás activando un sentimiento y un resultado completamente diferentes. ¿Por qué? Porque le estarás dando la oportunidad de complacerte, de actuar de acuerdo con su impulso natural.


Sé lo que estás pensando ahora: “¿Esto es lo único que tengo que hacer para que mi esposo saque la basura? ¿Acaso los hombres no se dan cuenta de cuáles son nuestras verdaderas intenciones?”. No, los hombres caemos todas las veces. Incluso disfrutamos de la caída. Si no lo crees, pruébalo con tu esposo y velo por ti misma.


De hecho, la Kabbalah nos alienta poner a prueba estas y todas las prácticas espirituales en nuestra propia vida antes de creer en su efectividad. Y sí, aprender cómo pedirle a un hombre que saque la basura se convierte en una práctica espiritual cuando tu intención es cultivar una relación plena en un nivel espiritual, emocional y físico. ¡Es uno de los componentes prácticos de las reglas espirituales que gobiernan las relaciones!


Un último pensamiento acerca de los hombres como canales de la Luz y las mujeres como Vasijas: el canal nunca cambia, solamente la vasija tiene la capacidad de transformarse. Una mujer no puede cambiar la naturaleza de un hombre, pero sí puede cambiar la forma y la disponibilidad de su Vasija.


Si un hombre no está llevando suficiente Luz a la relación, una mujer no tiene que mantener su Vasija abierta en vano. Es su responsabilidad –si así lo decide y cuando lo decida– buscar un canal de Luz equivalente al tamaño de su Vasija. De hecho, como aprenderemos en el próximo capítulo, las mujeres tienen la capacidad (y el deber) de crear su propia Luz. Espiritualmente hablando, la mujer no necesita a un hombre. ¡Ella es tanto la Luz como la Vasija!


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